En todo el EEUU, está acelerándose el regreso de la institucionalización psiquiátrica, reempaquetada y presentada como “atención moderna en salud mental” Ya han eliminado 20,000 puestos de trabajo cerrando agencias de salud mental con la excusa de bajar costes, mientras el presupuesto militar llega a 1000,000,000,000 dolares.
por Todoporhacer.org… fuente The Guardian 18 Mayo 2025) 9279 puntos de vista ( traducido por las compañeras de Primera Vocal) via thefreeonline at https://wp.me/pIJl9-GXP


Desde el impulso de la gobernadora Kathy Hochul para ampliar la hospitalización involuntaria en Nueva York, hasta la propuesta de Robert F. Kennedy Jr. de crear “granjas de bienestar” bajo su iniciativa Make America Healthy Again (MAHA), los responsables políticos están reviviendo la lógica del encierro bajo el pretexto de cuidados. Además el gobierno de Trump va a cortar radicalmente los impuestos para los ricos y dejar miliones de pobres sin Medicaid y suplementos de comida, entre otros nedidas represivas.


lEstas propuestas pueden diferir en su forma, pero comparten una misma función: ampliar el poder del Estado para vigilar, detener y “tratar” a personas marginadas consideradas disruptivas o desviadas.
Lejos de ofrecer apoyo real, reflejan una fuerte inversión en el control carcelario, especialmente sobre personas con discapacidad, sin hogar, racializadas y LGBTQIA+.
Comunidades que a menudo han visto cómo se presenta la institucionalización como “tratamiento”, ocultando tanto su historia violenta como su legado persistente.
La locura del encierro .. en Europa – Prison Insider

Más del 40 % de las personas privadas de libertad en Italia sufren de al menos un trastorno mental. La cifra ronda el 30 % en España, el 35 % en Inglaterra y el 60 % en los Países Bajos. ….Las puertas de la prisión se han abierto para dejar entrar a las personas que sufren de enfermedades mentales. Sin embargo, la escasez de recursos y la calidad de la atención psiquiátrica, cuando la hay, no permiten responder a sus necesidades.
A falta de soluciones adaptadas, se recurre con frecuencia al aislamiento, la sujeción mecánica, y la administración de altas dosis de tratamientos farmacológicos…..La opinión pública desconfía o incluso es hostil con los enfermos mentales, quienes, al cometer un delito, dejan de verse como pacientes que requieren cuidados para convertirse en individuos “que amenazan o comprometen la seguridad o la existencia de alguien o de algo”. ….
Al hacerlo, estas políticas erradican alternativas comunitarias, socavan la autonomía y refuerzan los mismos sistemas de encierro que dicen superar.
Tomemos como ejemplo la propuesta de Hochul, que busca reducir el umbral para la hospitalización psiquiátrica involuntaria en Nueva York. Según su plan, las personas podrían ser detenidas no porque representen un peligro inminente, sino porque se considere que no pueden satisfacer sus necesidades básicas debido a una supuesta “enfermedad mental”.
Este criterio vago y subjetivo abre la puerta a un control estatal generalizado sobre personas sin hogar, personas con discapacidad y otras que luchan por sobrevivir en medio del abandono sistémico.

Hochul también propone ampliar la autoridad para iniciar tratamientos forzosos a un abanico más amplio de profesionales —incluidas las enfermeras de psiquiatría— y exigir que se tome en cuenta el historial de una persona, patologizando así angustias pasadas como justificación para futuras detenciones.
Esto no es una propuesta marginal. Se suma a una creciente ola de esfuerzos por reinstaurar la institucionalización en todo el país. En 2022, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, ordenó a la policía y a los equipos médicos que hospitalizaran por la fuerza a personas consideradas “enfermas mentales”, incluso sin señales de peligro inminente.
En California, el gobernador Gavin Newsom implementó tribunales de atención que obligan a las personas a someterse a “tratamiento” ordenado por un juez.
Ahora, estos esfuerzos están siendo acelerados a nivel federal. La iniciativa MAHA de RFK Jr. propone un modelo de trabajo llamado “granjas de bienestar” como respuesta a la falta de vivienda y las adicciones. Una idea que recuerda inquietantemente a las granjas institucionales del siglo XX, donde se confinaba, vigilaba y explotaba a personas con discapacidad y racializadas bajo la excusa de rehabilitación.
Recientemente, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos anunció una amplia reestructuración que desmantelará agencias clave y consolidará el poder bajo una nueva “Administración para una América Saludable” (Administration for a Healthy America, AHA). A
lineada con la iniciativa MAHA de RFK Jr. y con la directiva de Donald Trump sobre “eficiencia gubernamental”, el plan fusiona agencias como la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA), la Administración de Recursos y Servicios de Salud (HRSA) y otras en una estructura centralizada que, en teoría, se enfocará en combatir enfermedades crónicas.
Pero, a través de esta reestructuración —y del despido masivo de empleados del HHS—, el gobierno federal está desmantelando la infraestructura especializada que apoya la salud mental, los servicios para personas con discapacidad y las comunidades de bajos ingresos.

La reestructuración ya está en marcha: se han eliminado 20,000 puestos de trabajo, se han reducido oficinas regionales y la Administración para la Vida Comunitaria ha disuelto sus programas esenciales para personas mayores y con discapacidad, redistribuyéndolos en otras agencias sin transparencia ni rendición de cuentas.
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