mpr21 Guerra psicológica https://mpr21.info/autor/equipo-de-mpr/ April 17, 2022 shared with thanks
The United States Department of State has created the Office of Cyber and Digital Policy, a unit dedicated to monitoring and controlling the flows of information that circulate through digital channels.
The Office will address issues related to national security, economic opportunity, and the impact of cyberspace, digital technologies, and policies on America’s values.
The place of this unit in the organization chart of the Department of State has not been definitively specified. There was talk of putting this office directly under the authority of Deputy Secretary of State Wendy Sherman rather than the Department of Homeland Security due to the broad, horizontal nature of the Office.
But the choice does not appear to be unanimous within the State Department, although it has the support of members of Congress and lobbyists representing private interests.
The Cyberspace Office consists of three departments. The first is International Communications and Information Policy, under the direction of Steven Anderson, who led the Office of Business and Economic Affairs, focusing on internet governance and digital privacy negotiations.
The second is International Cybersecurity, led by Michelle Markof, a veteran of UN cybersecurity negotiations.
The third is Digital Freedom, directed by the coordinator Blake Peterson, a specialist in human rights and digital management.
The Office will be headed by a diplomat with the rank of ambassador approved by the Senate. Until the appointment takes place, it is currently headed by Jennifer Bacchus, a career diplomat who was minister-counselor at the US embassy in Prague.
The deployment demonstrates Washington’s will to regain control of cyberspace by reinforcing the domain that the United States already has over the Internet, but expanding the information war to legal areas related to the protection and confidentiality of digital data, a real field of battle in which the fight is fierce because it is a security issue of the first order.
The initiative confirms Washington’s efforts in terms of information warfare and influence in cyberspace, a field shaken both by the appearance of information systems of public actors and by individuals impervious to official speech or targeted propaganda from the media. Communication under the control of private interest groups that influence the processes of elaboration and conception of public policies.
The massive disaffection and the increase in dissident discourse on the networks are worrying the United States, which is trying to control any alternative discourse by incorporating the large digital monopolies (Google, Apple, Facebook, Microsoft, Twitter) in what is considered a war effort to silence any narrative that is not the one imposed or dictated by the imperialists and their speakers of the Maldita, Newtral style and other censors.
The closure of media accounts of countries considered rival or hostile by Washington is only the beginning of a long campaign that will include both individuals from around the world and internal opinion in the United States with the aim of imposing a single narrative, without the possibility of fissures or criticism.
El Departamento de Estado crea una unidad para censurar la información en internet
El Departamento de Estado de Estados Unidos ha creado la Oficina de Política Cibernética y Digital, una unidad dedicada a vigilar y controlar los flujos de información que circulan por las vías digitales.
La Oficina se ocupará de asuntos relacionados con la seguridad nacional, las oportunidades económicas y el impacto del ciberespacio, las tecnologías digitales y las políticas sobre los valores de Estados Unidos.
El lugar de esta unidad en el organigrama del Departamento de Estado no se ha especificado definitivamente. Se habló de poner esta oficina directamente bajo la autoridad de la Subsecretaria de Estado Wendy Sherman en lugar del Departamento de Seguridad Nacional debido a la naturaleza amplia y horizontal de la Oficina. Pero la elección no parece ser unánime dentro del Departamento de Estado, aunque cuenta con el apoyo de los miembros del Congreso y de los grupos de presión que representan intereses privados.
La Oficina del Ciberespacio consta de tres depertamentos. El primero es la Política Internacional de la Información y las Comunicaciones, bajo la dirección de Steven Anderson, que dirigió la Oficina de Asuntos Económicos y Empresariales, centrándose en la dirección de internet y las negociaciones sobre la intimidad digital.
El segundo es la Ciberseguridad Internacional, dirigido por Michelle Markof, veterana de las negociaciones sobre ciberseguridad en la ONU.
El tercero es Libertad digital, dirigida por el coordinador Blake Peterson, especialista en derechos humanos y dirección digital.
La Oficina estará dirigida por un diplomático con rango de embajador aprobado por el Senado. Hasta que se produzca el nombramiento, actualmente está dirigida por Jennifer Bacchus, diplomática de carrera que fue ministra consejera en la embajada de Estados Unidos en Praga.
El despliegue demuestra la voluntad de Washington de recuperar el control del ciberespacio reforzando el dominio que ya ostanta Estados Unidos sobre internet, pero ampliando la guerra de la información a los ámbitos jurídicos relacionados con la protección y la confidencialidad de los datos digitales, un verdadero campo de batalla en el que la lucha es encarnizada por tratarse de un asunto de seguridad de primer orden.
La iniciativa confirma los esfuerzos de Washington en materia de guerra de la información e influencia en el ciberespacio, un campo sacudido tanto por la aparición de sistemas de información de actores públicos como por individuos impermeables a los discursos oficiales o a la propaganda orientada de los medios de comunicación bajo el control de grupos de interés privados que influyen en los procesos de elaboración y concepción de las políticas públicas.
La desafección masiva y el aumento del discurso disidente en las redes preocupan en Estados Unidos, que intenta controlar cualquier discurso alternativo incorporando a los grandes monopolios digitales (Google, Apple, Facebook, Microsoft, Twitter) en lo que se considera un esfuerzo de guerra para silenciar cualquier narrativa que no sea la impuesta o dictada por los imperialistas y sus altavoces del estilo Maldita, Newtral y demás censores.
El cierre de cuentas de medios de comunicación de países considerados rivales u hostiles por Washington es sólo el comienzo de una larga campaña que incluirá tanto a particulares de todo el mundo como a la opinión interna de Estados Unidos con el objetivo de imponer una única narrativa, sin posibilidad de fisuras ni críticas.
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